Luego de la primera vuelta del 22 de octubre, se definieron las dos candidaturas que competirán por la presidencia, y se han producido rupturas y reagrupamientos en las grandes coaliciones nacionales. Ninguna de las opciones representa la defensa de los intereses de los trabajadores, sino que por el contrario nos encontramos ante dos programas que tienen matices, pero que son claramente dos expresiones de fuerte ataque a la clase trabajadora, y contra esto debemos rebelarnos.
La primera vuelta mostró una recuperación de votos por parte de “Unión por la patria” (Sergio Massa), mientras que como era de esperar, “La libertad avanza” (Milei) quedó estancado con una cantidad de votos apenas superior a las PASO. “Juntos por el cambio” quedó afuera del ballotage, también era previsible que Bullrich tuviera un techo electoral bajo, perdiendo votos principalmente del sector referido a la Unión Cívica Radical y de la parte del PRO ligados a Horacio Rodríguez Larreta. Esto se debe en parte a algunas iniciativas que tomó el ajustador ministro de Economía y presidente interino, como el pago de una gran cantidad de subsidios a desempleados, trabajadores informales y desocupados, mediante una impresión descomunal de pesos. Y también, por las negociaciones llevadas a cabo, en aras de construir un gobierno de unidad nacional, en el que formarían parte radicales, peronistas y ex macristas. El voto al peronismo también expresó en parte el rechazo a Milei, visto como el mal mayor, dadas sus propuestas abiertamente agresivas contra los trabajadores, que ha intentado suavizar en las últimas semanas, además de las “excentricidades” que ha planteado en los medios de comunicación: dolarización, pasar la motosierra en el Estado (despidos masivos), libertad de venta de órganos, reivindicación de la dictadura militar y de Margaret Thatcher (con lo que significa por la guerra de las Malvinas), libre portación de armas, entre otras.
Total habilitado para votar: 35.854.122
Unión por la patria (Massa-Rossi): 9.853.492, 27,48 %
Abstenciones: 8.230.202, 22,95 %
La libertad avanza (Milei-Villaruel): 8.034.990, 22,41 %
Juntos por el Cambio (Bullrich, Luis Petri) 6.379.023, 17,79 %
Hacemos por Nuestro País (Juan Schiaretti-Florencio Randazzo), 1.802.068, 5,02%
FIT-U: 722.061, 2,01%
Votos en blanco: 597.051, 1,66%
Votos nulos: 235.235, 0,66 %
Entre los realineamientos al interior de las alianzas de los partidos burgueses, se destaca la explosión de Juntos por el Cambio. Macri y Bullrich anunciaron que apoyan a Milei, mientras los radicales y el sector del PRO que responde a Larreta están en negociaciones con Massa (algunos llamaron abiertamente a votar por Unión por la patria, otros simplemente a no votar a Milei). El candidato que se dice libertario, apenas un día después de la primera vuelta, en un clima de derrota, se arrastró por cuanto medio tuvo delante para buscar desesperadamente alianzas. Así, se produjo el patético abrazo con Patricia Bullrich, a quien por su pasado como dirigente de Montoneros había acusado durante toda la campaña de asesina y de poner bombas en jardines de infantes, terminando de dar por tierra con el discurso “anticasta”. Por su parte, Massa recibió el apoyo de su amigo, el gobernador radical Gerardo Morales, ideólogo de la feroz represión en Jujuy.
Debemos decir con claridad a los compañeros de la clase obrera: las recetas de ambos frentes electorales están basadas en atacarnos ferozmente.
En el caso de Milei, que hizo numerosas propuestas sobre las cuales ha ido retrocediendo o incluso guardando silencio, contradiciéndose, y apelando a que llevará tiempo, porque no las puede cumplir (económicamente la dolarización es imposible de implementar sin generar una megadevaluación catastrófica); en el parlamento no tiene mayoría propia, su plan y sus principales reformas como las de vouchers en educación y privatización de la salud, junto a su visión de la reforma laboral, debería pactarlas con las otras fuerzas burguesas y con la burocracia sindical, que no comparten el modo de realizar el ajuste, por lo tanto en ese plano debería como mínimo esperar a tener un resultado favorable en las elecciones legislativas de 2025, mientras tanto asumiría el gobierno bajo el programa de Macri y Bullrich. En ese contexto intentaría gobernar por decreto, lo cual encontraría la respuesta de los trabajadores si quisiera imponer sus reformas más drásticas. El reforzamiento del aparato represivo propuesto desmiente que se trate de bajar el déficit fiscal, lo que se busca es aumentar la carga de la crisis sobre los trabajadores y el pueblo pobre, y mantener el orden mediante la represión lisa y llana de las luchas. El papel de su candidata a vicepresidente, Victoria Villaruel, hija de un militar que participó del genocidio durante la última dictadura, reivindicando a represores e intentando vincularlos a la actualidad, se basa en el intento de generar un consenso reaccionario contra las luchas obreras y populares y en defensa del orden burgués. Esto ha envalentonado a grupúsculos de lúmpenes y pequeñoburgueses afectados por la crisis, que en actos marginales han realizado escraches y amenazas contra militantes y organizaciones obreras (sindicatos y partidos), todos éstos hechos de suma gravedad que ponen en riesgo la integridad de compañeras y compañeros, los cuales debemos rechazar y enfrentar rotundamente. Decimos también que el énfasis en la represión que pueda mostrar un candidato fascistoide no implica que esté planteado en Argentina la instauración por las elecciones de un régimen fascista, de ahí la falacia de intentar polarizar entre democracia y dictadura.
La candidatura de Milei no despierta simpatía en un sector de la clase trabajadora por sus disparates referidos a la venta de órganos, ni sus expresiones perversas, sino porque hay un hartazgo respecto a la inflación y el despilfarro obsceno de lujos que hacen los gobernantes. Este falso profeta ha prometido desterrar los privilegios de algunos mequetrefes del gobierno. Sucede que en su definición de “la casta”, Milei excluye deliberadamente a la inmensa mayoría de los empresarios (sólo critica a los ligados a la obra pública, con los cuales irá a negociar en caso de ganar), los bancos, el poderoso capital industrial, financiero y agroexportador. Ha construido un discurso en el que reduce la crisis capitalista a “los políticos chorros” y allí canaliza su voto un sector de la población.
La represión es parte natural de las democracias burguesas y más en momentos de tensión social (recordemos el asesinato de Santiago Maldonado durante el macrismo y de Facundo Molares durante el actual gobierno), lo que sucede es que el peronismo y el reformismo falsifican la naturaleza represiva del Estado capitalista y lo reducen a “un mal gobierno”. Nosotros como revolucionarios siempre denunciamos la represión gobierne quien gobierne y estamos a favor de la organización obrera para enfrentarla.
El fascismo como tal, es un tipo especial de régimen dictatorial que anula las libertades democráticas más elementales, como una salida burguesa para destruir el ascenso y radicalización de las luchas de las masas proletarias, es el instrumento del capital para aplastar a todo el movimiento obrero por la vía militar ante la amenaza insurreccional del proletariado, apoyándose para ello principalmente en la pequeñoburguesía, el lumpenaje y la parte más atrasada de la clase trabajadora. Es diferente a otras formas de gobierno dictatoriales o de corte más represivo. Esto bajo ninguna manera significa que subestimamos un posible gobierno de Milei, sino que establecemos correctamente la caracterización y planteamos las tareas necesarias para enfrentar sus políticas con independencia de clase, sin caer en la trampa del campo populista. Para sostenerse en el gobierno, el negador del calentamiento global Javier Milei pretende recurrir a más endeudamiento, realizar millones de despidos en el Estado, presuntamente la quita total de subsidios a servicios (que se traducirán en más tarifazos), y una caída general de los salarios y los ahorros, y una política de comercio exterior que arrasaría con lo que queda de la burguesía nacional (que subsiste por la generosidad estatal y sería incapaz de competir con el capital imperialista). Entre las inconsistencias de su plan económico y su mediocre desempeño como dirigente político, se ha ganado la desconfianza de la burguesía nacional e internacional. Es decir: si Milei fuera tan estúpido de querer implementar un ajuste salvaje y totalmente frontal contra los trabajadores (por la vía del acuerdo con otros partidos patronales o por vía de la fuerza), el país estará en llamas con una megadevaluación, y los enfrentamientos serían durísimos. El peronismo, que generosamente le brindó la gobernabilidad a Macri, intentará mostrarse como la alternativa al desastre que contribuyeron a crear. Por esto también hacemos hincapié en la necesidad de la organización independiente y la autodefensa, a lo que el pacifismo de las corrientes mayoritarias del movimiento obrero se niega. Debemos remarcar que el germen del fascismo sólo es posible de expandirse hasta hacerse con el control estatal en la medida que la clase obrera permanezca pasiva, conciliadora y dirigida por dizque fanáticos de la democracia burguesa como son la burocracia peronista, los viejos reformistas y los pseudo comunistas de todas las tendencias (stalinistas, trotskistas, maoístas). Ante los ataques contra el movimiento obrero y la militancia, debemos responder con nuestros propios métodos, con la autodefensa, y no yendo a llorarle a los jueces y la policía. No vamos a pedirle que nos proteja al propio Estado burgués, que es ejecutor y garante de la represión; esa perspectiva desarma a los trabajadores, los debilita, los deja indefensos y presa de la duda y el temor. Necesitamos una dirección revolucionaria, resuelta y decidida a construir destacamentos para enfrentar la represión y todo tipo de ataques.
En cuanto a Unión por la patria, debemos marcar el permanente ataque a los salarios que esta fuerza viene llevando adelante con su política inflacionaria (el índice interanual es de 143%), con el sometimiento al pago de la deuda al FMI, con más endeudamientos con China y con los fondos privados. La incesante impresión de pesos se debe a la necesidad de sostener artificialmente una subsistencia dramática para desocupados y los sectores más postergados de la clase trabajadora. Casi todas las paritarias marchan escandalosamente por debajo de la canasta básica, las jubilaciones son un ataque fenomenal contra los jubilados. La mitad del país trabaja en la informalidad, más del 60% está en la línea de la pobreza. La pobreza creciente empuja a la extensión de la jornada laboral, a tener dos o más trabajos para sostener a las familias. En los barrios se expanden con toda crudeza las expresiones más atroces de la crisis: el gatillo fácil por parte de la policía; las iglesias reaccionarias de ladrones y estafadores que buscan transmitir el veneno ideológico de las supersticiones a las masas empobrecidas; la prostitución, que afecta cada vez más a jóvenes a quienes la democracia burguesa no puede educar, curar, dar los derechos más elementales, dignidad ni futuro; el crecimiento de los asentamientos ante el problema de las viviendas familiares; las familias que buscan comida en las calles, revolviendo la basura, en un país que produce toneladas de todo tipo de alimentos; los “trapitos” que con mayor o menor rudeza ofrecen cuidar los automóviles; los chicos que limpiando vidrios de los coches tratan de conseguir algo de dinero; la inundación de todo tipo de drogas que infectan los barrios pobres y las escuelas, sumiendo a grandes capas de la población en adicciones y consumos que dañan la salud y las sumergen cada vez más en la crisis hacia la descomposición social. Pero no todo va para abajo: los presupuestos que siguen creciendo son los destinados a “seguridad”, para que la fuerza de la represión se ocupe de eliminar los efectos que el mismo sistema genera. Incluso en el debate presidencial, Massa anunció que estaba dispuesto a crear un “FBI argentino”. A este paraíso burgués nos quieren llamar a defender los populistas. Así dicen que nos van a defender de Milei.
En caso de que Sergio Massa resulte electo presidente, podremos decir que el gobierno de unidad nacional comenzó tiempo atrás, y que tuvo dos hechos fundacionales: el acuerdo entre radicales y peronistas para aprobar la explotación de litio y la reforma constitucional de Jujuy, que impulsó el gobernador Gerardo Morales, y que fueron impuestas a sangre y fuego mediante represiones salvajes contra los trabajadores y los pueblos originarios; y el asesinato de Facundo Molares ante de las PASO, a manos de la policía de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, al mando de Horacio Rodríguez Larreta, del PRO, que contó con el escandaloso acompañamiento del kirchnerismo, que se cayó la boca como si nada hubiera pasado. Es sabido que el progresista Axel Kicillof y el carapintada Sergio Berni (autodenominado “soldado de Cristina”) tienen predilección por mandar a la policía y la gendarmería a prender fuego los asentamientos en las villas miseria, a reprimir protestas y encarcelar a militantes combativos. Como también, a nadie debería sorprenderle que Cristina Fernández haya guardado un silencio cómplice y canallesco, es la misma dirigente antiobrera, que orgullosamente burguesa se encargó de criminalizar a los petroleros de Las Heras[1] y cuestionar a los compañeros de Gestamp[2], la misma que eligió a Scioli para candidato a presidente en 2015, en agradecimiento por haber reprimido a los obreros de la fábrica Kraft a pedido de la embajada estadounidense[3].
Es curioso lo selectivo que resultan el temor y la indignación de quienes llaman a votar por el gobierno de unidad nacional para frenar a Milei y Bullrich, y celebran a Massa, Morales, Cristina y Larreta como el mal menor. El asesinato de Santiago Maldonado sí lo repudiaron, pero al de Facundo Molares lo acompañaron con su silencio cómplice y llamando a votar por sus verdugos, y que incluso olvidan lo que hizo este mismo gobierno de Alberto Fernández: el pedido de “dar vuelta la página” respecto a la dictadura militar, la reivindicación de las Fuerzas Armadas “formadas en democracia”, en definitiva un intento de recomponer la autoridad militar para justificar su papel creciente con cada vez más responsabilidades para usarlas, llegado el caso, para restablecer el orden social y tenerlas de su lado, antes de que algún aventurero aproveche la ocasión; y el accionar de la policía y las fuerzas de seguridad internas, que asesinaron, apresaron y torturaron a varias personas con la impunidad que les garantizó la militarización de la salud y el trabajo durante la pandemia.
El gobierno de unidad nacional, que prevé según lo que dijo Massa un 2024 mejor, sustentado en que habría un calendario de pago más liviano con el FMI, que aumentarían las exportaciones de granos, y que sería el año de despegue del litio, oculta la profunda crisis en la que se encuentra la economía argentina, la cual puede repuntar en algunos indicadores, pero esta mejoría también está condicionada a volver más agresivo y efectivo el ajuste contra la clase obrera. Ya han sido varios los pronunciamientos desde el peronismo referidos a la fiscalización y quita de planes sociales, lo que generó malestar en la burocracia piquetera.
En el plano internacional, las políticas económicas liberales o estatistas son incapaces de impedir el retorno periódico de las crisis capitalistas, las cuales son cada vez más violentas y se están expresando en el plano militar. Las burguesías de los países dominados tienen cada vez menos margen de maniobra con el auge del proteccionismo en los países imperialistas. y la amenaza de una recesión mundial. El capitalismo nacional está en crisis profunda, para las clases dominantes no existe una salida sin ajuste y represión contra los trabajadores. El creciente belicismo que está explotando en guerras e invasiones, hacen más compleja aún cualquier especulación sobre un supuesto crecimiento en términos “nacionales”. El fantasma de la recesión se hizo cuerpo presente en varios países y acecha a otros tantos, a pesar de la emisión monetaria, los aumentos de créditos, el uso discrecional de las tasas de interés y todos los viejos trucos que siguen chocando con la realidad.
En semejante contexto, renunciar a la independencia de clase es una traición.
El papel de las organizaciones políticas actuales del movimiento obrero
Desde hace décadas, los pequeños partidos reformistas tradicionales subordinan a la clase obrera a tal o cual ala de la burguesía. El PS llamó a votar por Hacemos por nuestro país. El PCA y el PCR llamaron a votar por Unión por la Patria.
Lamentablemente, en Argentina, el Frente de Izquierda y los Trabajadores-Unidad, integrado por el Partidos de los trabajadores socialistas (PTS), Partido Obrero (PO), Izquierda Socialista (IS) y Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) continúa su descenso al cretinismo parlamentario más abyecto, como era lógico para un frente meramente electoral, sin principios y con una plataforma básica que ni siquiera es reformista.
Entre Cristian Castillo (PTS) y Jorge Altamira (PO) crearon el FIT sin ningún tipo de principios en el año 2011, ante lo que denunciaban como una política de “proscripción” que comenzó a regir con la reforma del sistema electoral que estableció el kirchnerismo, al cual trataron de no hacer enojar. De allí en más, han ido sumando a partidos con tintes claramente reformistas como el MST e IS, demostrando que no les interesa luchar por la independencia de clase de la vanguardia del proletariado, sino adaptarla al margen izquierdo del régimen burgués.
En la lucha de clases, caen permanentemente en todo tipo de maniobras y desviaciones que se supone deberían ser combatidas por los revolucionarios. Por un lado, para atraer a trabajadores y estudiantes, hablan de Marx, Engels, Lenin y Trotsky; por otro, en la práctica son legalistas y pacifistas, llaman a confiar en las conciliaciones obligatorias, a sabiendas de que es un instrumento de la burguesía para desmovilizar a los obreros en huelga y salvar a los empresarios. No tienen inconvenientes en recurrir a la justicia burguesa o a la policía para resolver sus conflictos internos. Lo que debiera ser una discusión programática abierta y profunda de cara a las masas, lo resuelven presentando candidaturas en las PASO. De una forma u otra, todos los partidos de este frente han traspasado la frontera de clase en más de una ocasión. Algunos pequeños ejemplos: el MST e IS apoyando a las patronales agrarias en 2008; el legislador del Partido Obrero Gabriel Solano votando en el parlamento porteño una declaración de unidad nacional de los diputados peronistas en 2022, y resolviendo con la Justicia burguesa su interna de aparatos con la fracción del caudillo Jorge Altamira (que luego rompió y cuyo grupo se denomina Política Obrera); el PTS permanentemente busca la aprobación del kirchnerismo y en reiteradas ocasiones pacta con la burocracia sindical.
Aunque se mantiene alejado del FIT, el Nuevo MAS participó en la manifestación peronista por la unidad nacional, junto con el Frente de Todos, del 3 de septiembre de 2022.
Para estas elecciones, el MST e IS llaman abiertamente a votar a Massa, el candidato del imperialismo, y pretendiendo que esto no es darle apoyo político. En tanto el PO y el PTS llaman a “no votar a Milei”, para ellos sería lo mismo votar en blanco o votar a Massa como modo defensivo. Queda claro que ninguno de ellos ha defendido la independencia de clase, que pretenden llevar a los trabajadores a un desarme estratégico, que no plantean la construcción de destacamentos para la autodefensa, ni tampoco utilizan las elecciones para difundir un programa revolucionario que desenmascare la naturaleza ilusoria de la democracia burguesa; al contrario, intentan sembrar ilusiones en el parlamentarismo y en la legalidad, y que las transformaciones llegarán “luchando”. Es tal la adaptación que tienen estos dirigentes, que cabe preguntarse si estamos ante corrientes centristas o netamente reformistas.
Todos los partidos del FIT-U se han consolidado como aparatos, pequeñas burocracias que viven de las migajas de la democracia burguesa y temen la prohibición más que a nada. Tienen una gran cantidad de dirigentes rentados, no presentan ningún tipo de balance financiero a sus militantes, y para sostener sus privilegios, utilizando el pretexto de expandir nacionalmente sus organizaciones, reparten más cargos y dinero entre sus cúpulas. Así sucedió por ejemplo cómo estalló la interna del Partido Obrero entre Altamira, Ramal, y el sector de Solano, Néstor Pitrola y Romina del Plá.
Mientras tanto, Altamira, convertido en un francotirador de su propia creación, mientras intenta defenestrar todas las posiciones que defiende el FIT-U, las cuales él mismo sostuvo durante gran parte de su vida, sigue agitando contra viento y marea, como Castillo y el PTS, la necesidad de la asamblea constituyente, tratando de convertirse acaso en el último salvavidas de la burguesía si es que sus ex aliados llegasen a fallar.
El PTS continúa su rumbo fijo hacia el posmodernismo, abrazando la ideología pequeñoburguesa de los movimientos sociales, renegando de la concepción leninista de partido y de los elementos centrales de un programa revolucionario. Ha caricaturizado las consignas del programa de transición hasta volverlas parte de una lista de deseos democrático-burguesa, exigibles a cualquier político burgués que quiera sentarse a escuchar.
Hay muchos compañeros honestos que militan en el FIT-U, o que son simpatizantes. Tenemos que decirles que sus direcciones están completamente adaptadas a la democracia burguesa y que no luchan por ninguna revolución socialista. Los convocamos a construir un destacamento revolucionario, internacionalista y con independencia de clase, para organizar a la vanguardia obrera en un partido marxista que se plantee la dirección del proletariado para la tomar del tomar y el establecimiento del poder obrero.
Las huelgas que están produciéndose en todo el país ponen en aprietos a la burocracia sindical, que por el momento está saliendo airosa de estos choques, a pesar de la presión de las bases. El voto en blanco y el abstencionismo indican descontento con los candidatos y con las elecciones, pero aún no pueden interpretarse unilateralmente como una expresión de ruptura con el sistema. Hasta el momento indican que la desconfianza y el rechazo hacia las instituciones está creciendo. La revolución no sucederá espontáneamente por decantación de la crisis. Es nuestro deber forjar en la lucha, con un programa revolucionario, los destacamentos en los lugares de trabajo, de estudio, y en los barrios, para organizar los mejores elementos de nuestra clase y enfrentar a la burguesía con métodos y una orientación revolucionarios, haciendo que las mayorías obreras rompan con las direcciones de las burocracias sindicales y que dejen de confiar en los líderes burgueses. Necesitamos un Estado de nuevo tipo, conformado por Consejos obreros y campesinos, tomar el poder económico y político en nuestras propias manos, para reorganizar la sociedad destruyendo el capitalismo, sobre la base de la construcción internacional del socialismo junto a los hermanos proletarios de otras partes del mundo.
Llamamos a votar contra Massa y contra Milei, llamamos a votar por un plan de lucha, por la independencia de clase, contra el ajuste, contra el FMI, en defensa de los salarios y de las libertades democráticas, en solidaridad con el pueblo palestino, por la autodefensa, por un gobierno obrero, hacia la Federación Socialista de América Latina.
Creemos que tarde o temprano, Argentina se sumará a las otras rebeliones latinoamericanas de los últimos años (Chile, Perú, Colombia, Ecuador). Necesitamos crear un partido revolucionario para el avance de nuestra clase, de lo contrario, el régimen burgués se reciclará y seguirá ejerciendo su dominio. Los eventuales triunfos pueden ser asimilados por la burguesía. Cualquier concesión política y económica puede ser anulada. Por ello llamamos a conformar un partido obrero revolucionario que represente los intereses históricos del proletariado: el fin de toda forma de explotación y opresión.
¡Luchamos por el comunismo, luchamos por la revolución mundial!
[1] En el año 2006, durante el gobierno de Néstor Kirchner, hubo una serie de luchas en Las Heras (Santa Cruz). La ciudad fue ocupada y situada militarmente por la gendarmería, es decir por el gobierno nacional. Los trabajadores petroleros estaban reclamando contra la precarización laboral. Durante una salvaje represión, un policía murió, y la justicia burguesa culpó a los trabajadores. Cristina Kirchner se solidarizó con la familia del policía. En el año 2014 los obreros fueron condenados a cadena perpetua, en 2019 fueron absueltos por la lucha obrera y popular. “En su discurso ante la Asamblea Legislativa del 1º de Marzo, Cristina Fernández de Kirchner hizo alusión a la protesta social como un problema de tránsito, y en particular se refirió al amplio abanico social y político que respalda el pedido de absolución de los trabajadores petroleros de Las Heras condenados recientemente. Sobre esto último, reconstruyó desde su punto de vista el proceso que devino en el juicio contra los trabajadores.”
[2] “Tenemos cinco automotrices que emplean a miles de trabajadores y que generan trabajo a miles de otros trabajadores de otras empresas autopartistas, paradas porque una empresa está tomada por nueve trabajadores” (…) Cristina Fernández reclamó: “Yo le pido a las autoridades que se hagan cargo del problema y lo resuelvan”. Al tiempo que solicitó a “los trabajadores que cuiden la fuente de trabajo. Nadie puede decir que está defendiendo las fuentes de trabajo, si con su actitud pone en juego el trabajo de miles de trabajadores”. En: https://www.casarosada.gob.ar/informacion/archivo/27558-la-presidenta-reclamo-a-los-gobernantes-que-se-hagan-cargo-de-los-problemas-y-los-resuelvan
[3] https://www.lanacion.com.ar/politica/preocupacion-de-los-eeuu-por-kraft-nid1180201/
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